Candido Perez

Cándido Pérez en su exposición Caprichos

Naturalezas muertas, bodegones, jóvenes soñadoras creadas con el tapicero. . . Cándido Pérez muestra en el Arco de Santa María su pintura más intimista» acompañada de un avance de Ia obra en Ia que está inmerso actualmente consistente en el estudio de las Iuces en la playa con creaciones caracterizadas por Ia relación de Ias personas con el mar.

Una cuarentena de pinturas, a Ias que hay que sumar alguna escultura, componen Caprichos. Una muestra que permanecerá abierta hasta el 19 de junio.

La preocupación por el tratamiento de las texturas es el sello personal que este artista oniense imprime en todas sus obras y «que entronca la parte clásica de Ia histórica del arte con la modernidad». Este juego de texturas busca aunar el valor visual y el atractivo táctil de quererlas tocar.

Distintos estilos pictóricos estructuran la muestra. Cándido Pérez recupera Ias naturalezas muertas, con Ias que el público identifica al artista. Cerezas, melocotones, flores, granadas. . ejemplifican esta tendencia. Durmientes es el título de una serie de catorce dibujos «Dibujados a lápiz, de los que seis están colgados de las paredes del Arco de Santa María. EI piso superior está ocupado por el trabajo más reciente de este pintor que está estudiando Ia luz en Ia playa. De modo que aparecen escenas familiares, de amor, de juegos Pérez reserva un rincón de esta estancia para exhibir una pequeña muestra de su trabajo escultórico junto a algunos bocetos y estudios.

Esta mezcla de estilos y técnicas se corresponde con Ia infinidad de pintores, escultores. . . que a lo largo de su carrera han influido Ia obra de Pérez. Desde los renacentistas Leonardo da Vinci Rafael, Piero della Francesca. . . los barrocos Velázquez, Rembrandt, Rubens, el escultor Bernini. «Aunque en este momento esto haciendo realismo, que es algo que siempre he pasado por todos los estilos yo nací con unas facultades innatas de tener un don para el dibujo, esto me introdujo en el mundo del arte». dice. Matiza que, aunque en sus años de la facultad se sintió atraído por el arte contemporáneo terminó desechándolo la abstracción la encuentro vacía, lo que al principio me parecía rompedor, ahora Io ha asimilado la sociedad y es Io más vacuo", afirma. Pero no rechaza todo el arte actual, Admira a Antonio López. Eduardo Naranjo o Claudio Bravo.

Cándido Pérez nació en Barcina de los Montes, se crió en Oña, pero él se considera «Un ciudadano del mundo». Ha vivido en Valladolid, Italia... hasta que se estableció en La Coruña, donde reside. A su cita con Burgos, establecida cada dos años, no falta. Esta vez se ha hecho esperar un poco más. Pero ha vuelto a cumplir.

Extraído de un articulo publicado en el Correo de Burgos 2005-06-03, escrito por A.S.R., foto de Toño Gallego.

Cándido Pérez en su exposición Caprichos

Después de trabajar con texturas de gran formato casi abstractos, pasar por la figuración y el dadaismo, Cándido Pérez (Barcina de los Montes, 1951) volvió a sus orígenes, el dibujo en esencia y el realismo más fiel. "Tenemos la gran posibilidad en este siglo de que cada uno se exprese como quiera, siempre y cuando se haga con honestidad", afirma un autor cuyo trabajo no tiene trampa ni cartón: lo que se ve es lo que hay.

Y lo que hay es una selección de más de medio centenar de obras que muestra hasta el 19 de junio en el Arco de Santa María. En la parte baja de la sala presenta una de serie de hornacinas, bodegones y dibujos a lápiz y la parte superior la dedica por entero al mar y la playa. La muestra la completa con varias esculturas y bajorrelieves en bronce y los estudios y bocetos del proceso creativo de parte de su obra.

En la pintura - óleo sobre tabla y sobre lienzo - destacan las texturas creadas con polvo de mármol, "como hacía Andrea Mategna", explica el autor formado en la Academia de Bellas Artes de Roma. "Se trata de que el cuadro, además de lo que te diga algo de su contenido, tenga un valor táctil, que te incite a tocarlo".

En cuanto al contenido, en sus hornacinas es constante su realización de cuatro en cuatro, una por cada estación, con diversidad de objetos, por ejemplo con frutas: cerezas para la primavera, melocotones para el verano, membrillo en otoño y granada en la época fría.

Tanto en estos como en los bodegones y paisajes el pintor que actualmente reside en la Coruña le delatan los tonos ocres, propios de la meseta: "Todos los coruñeses que me conocen como pintor realista dicen que no consiguen quitarme ese aire castellano que se ve en todos mis cuadros, con tonalidades cálidas, sobre todo".

Lo que no falta tampoco son los elementos simbólicos propios de la Historia del Arte.

Cuatro años después de exponer la última vez en Burgos, el artista regresa incluyendo en la selección de obras una serie de dibujos a lápiz en los que se evidencia nítidamente los detalles de autor minucioso, obsesionado con representar hasta los pliegues más recónditos de una sábana pegada a la piel de sus durmientes.

Y en la serie dedicada a la playa ya en la parte superior de la sala destaca su preocupación por captar la luz. Finalmente Cándido Pérez Palma incluye un par esculturas y unos bajorrelieves realizados en bronce, demostrando una vez más su completa formación artística.

Extraído de un articulo publicado en el Diario de Burgos 2005-06-02, escrito por I.L.H. , foto de Patricia.

Cándido Pérez en su exposición Caprichos

Cándido, hablando de arte, será siempre, en esta tierra y en todas partes, Cándido Pérez Palma, pero se ganó hace tiempo el privilegio que los amados de los dioses, a Iavez que de las gentes, tienen de ser conocidos sólo por el nombre de pila. O sea, que Cándido regresó a esta su casa (o a esta su tierra, qué más da?) y plantó su tienda en el Arco de Santa María, donde se puso a triunfar, que es lo suyo desde poco después de nacer, algo que hizo (o le hicieron, que el maestroOrtega habla de que nos nacen como más propio que eso de nacer) sin traer un lápiz en la mano, pero sólo porque biológicamente no está bien visto. Le creció en seguida, de modo que no había aprendido a leer (y casi ni hablar) y ya estaba eI niño dibujando como sólo saben dibujar los que han nacido con la frente sellada con Ia tinta de los elegidos.

Ahora reside en Galicia. Hace bien. Si estuvo mucho tiempo, como todos los pintores, buscando la luz que se sabía de memoria en lo recoleto de monasterios, ahora se la da esa región con Ia brillantez de sus playas y Ia suavidad de sus prados. A esas playas dedica buena parte de su exposición de ahora, decoradas con Ia figura humana sin tapujos, limpiamente, relatando plásticamente un conjunto de poemas que hablan del derecho de los seres humanos a sentirse los reyes de ia creación, a soñar que lo son junto a Ias olas que baten Iasorillas, bajo el sol que tiene derecho a saberlo todo y que sólo se lo cuenta a quienes, como Cándido, han de hacer uso bueno de sus relatos.

Lo dicho vale para presente caso para lo que se refiere a lo que expone arriba en la galería superior del Arco Santa María, junto a esculturas de tamaño pequeño ‚ bajorrelieves en bronce que son elementos, si no nuevos, bastante más aproximados a los tiempos de ahora del Artista.

En Ia de abajo, como está mandado, sigue Ia delicadeza reflexiva sobre Ia vida, el tiempo, Ia muerte, la soledad y el etcétera largo y tendido válido para un hombre que además de dibujar y sacar partido a Ia luz sólo como lo hacen los angeles, define al autor como un poeta que se pone a pensar y saca conclusiones que, definidas sin más, bien merecen que se las califique de brillantes.

Y claro: la figura humana como exponente y guía de todas esas reflexiones que, al fin y al cabo, sólo el ser humano es capaz de eso, de reflexionar, de hacer de su pensamiento, cuando se ha nacido pintor, por la gracia de Dios, motivo de belleza plástica, algo en lo que este burgalés de la parte de Oña es maestro.

Extraído de un articulo publicado en el Diario de Burgos 2005-06, escrito por Alfonso Salgado, foto de Patricia.

Cándido Pérez en su exposición Caprichos

En el Arco de Santa María despliega este pintor ítalo-burgalés, sus motivos: palomas, libros, flores y delicados frutos sobre paños tejidos con primor. Al modo Azorín, Cándido Pérez, se entrega al embellecimiento de lo cotidiano, de lo que forma y conforma nuestro pequeño y más entrañable mundo: Ias palomas zureando en Ia plaza o pavoneándose entre las alambradas, y no obstante libres, voladoras amantes y perros que dormitan, que se entregan a Ia fruición del contacto humano; perros velazqueños y gatos funambulescos y plantas alentadas por en sus verdes recién creadas. Y acaso, excepcionalmente, sentada al borde del oscuro portal, una muchacha que espera, que otorga humanidad al desconchado de una pared.

La pintura de este burgalés romántico, nace de un dibujismo realmente maestro. No elude el compromiso con antecedentes clásicos sino todo lo contrario, parece esforzarse en demostrar que lo que no es tradición es aventura y aventura se muere. Y siempre sobre todo el mundo - el del Arte- en el cual tantísimos compromisos bastardos y cuantísimas especulaciones. apoyadas en Ia moda más mostrenca, intentan convertirse en paradigmas de un modo de expresión, extravían el mejor entendimiento; siempre digo, es confortador que un pintor caído del cielo del romanticismo venga hasta nosotros con una rosa fragante - “no le toquéis que sí es Ia rosa - para invitamos a penetrar en el alma de Ia pintura.

No suelo arriesgar nunca la torpísima tentación de establecer vinculaciones de escuela ni de estilo, quizá porque muy elegantemente, pienso que lo que importa nos es que el ofrecimiento aparezca etiquetado como pintura realista, o impresionista, o surrealista, sino que sea pintura, que interese o mueve como tal. Y ante esta pintura "rómántica por la posición del autor ante Ia vida, ante Ias cosas, ante el mundo que le rodea, cabe decir que ¡interesa y conmueve por su sencilla autenticidad.

Extraído de un articulo publicado por el Instituto Municipal de Cultura de Burgos escrito por Victoriano Cremer en Mayo 2005